Era tan sólo una niña cuando lo conocí. Sus ojos eran tan fríos como la nieve, pero en su corazón ardía una llama capaz de derretir todo ese hielo. Nuestras respectivas tierras madres nos llaman al deber, y como patriotas, debemos responder. El destino nos había unido décadas atrás, y lo volvería a hacer de la manera menos esperada.All Rights Reserved
1 part