¿Quién diría que su asistente olvidaría su puesto laboral? Gabriel Agreste, siempre pensó que Nathalie era una mujer que respetaba su autoridad, una asistente fiel. Sin embargo, la ceguera no sólo abarcaba su visión, también su corazón. Tan inmerso estaba en sus planes que había olvidado a su pequeño retoño que aunque no lo diera a relucir, lo necesitaba. Tal vez, si debía demostrar que lo quería, que lo amaba, todas esas cursilerias que no salían de su boca.