Difícil de creer

Evan se consideraba a sí mismo como un hombre no demasiado complicado.
Estaba disfrutando de una etapa fantástica en su vida y no tenía motivos para sentirse infeliz: una carrera, padres, hermanos y amigos.

Todo funcionando a la perfección.

Y justamente por eso esa sensación de intranquilidad que sentía desde hace un tiempo le molestaba cada vez más.

La repentina visita de su padre lo sorprendió, su alocada idea de buscarle a la mujer ideal era simplemente anticuada e imposible. Se olvidó rápidamente de la descabellada situación y se concentró en seguir trabajando, todavía tenía mucho que terminar antes de viajar a la casa de sus padres.

El océano estaba más conectado con su ser que nunca y tenía la impresión de que algo nuevo estaba a punto de ocurrir.