Para ellos resultaba tan simple amarse que gemir y jadear era la orquesta que acompañaba un acto de magia sin trucos. Las mordidas y la falta de aliento en la elocuencia de sus peticiones sólo incrementaban sin medida la fuerza de las promesas en el lazo alrededor de sus meñiques para dejarse envolver en el rojo invisible tejido de su amor.All Rights Reserved