A veces, aunque no siempre, la aparición de un síntoma cualquiera en la vida de una persona, o la irrupción de la angustia, le producen un estado de desamparo infantil, un estado que le recuerda a otros momentos vividos cuando ese desamparo era mitigado por el amor y la protección de su padre. No sin ambivalencia, por supuesto, porque esa dependencia del amor a los otros, esa necesidad de protección frente al desamparo humano suele acarrear un odio importante que se refleja en la vida de los niños de mil formas distintas. Pero, aún así, el síntoma, la aparición de la angustia, al producir ese desamparo incitan a una demanda de amor. Asi comienza esta historia de un amor de un padre que muere por un terrible accidente.
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