Mas allá de donde el mundo cree acabarse, existe un paraje helado, un paraiso que ha sido sepultado bajo una tonelada de hielo y nieve. Y aunque no lo parezca aun hay vida, muchos poblados diminutos en diversos reinos seguían en pie después de la glaciación, todas las pequeñas aldeas eran sometidas al poder de los Ike. Los Ike eran los que regían todo el reino de Oyi, no tenian piedad alguna y cada año pedían un tributo a las aldeas, un muchacho de cada poblado debía ser entregado en una festividad que celebraba la victoria de los Ike hace dos mil años. La fiesta trataba de reunir a los nobles y los tributos en una gran sala llena de manjares de los cuales sólo podían degustar la gente importante. Los reyes de cada condado elegían a un muchacho y este les representaría en la carrera para conseguir la daga de hielo.
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