No tengo idea de lo que haces, de lo que piensas. No sé como te sientes ni en donde te encuentras. No sé si podría hacer algo al respecto. No sé si al menos aceptarías mi ayuda o mi compañía. Nisiquiera sé si deba yo estar ahí. No sé si debería quererte de ésta manera. No sé si debería pensarte todo el día, si fue buena idea permitir que llegaras tan lejos. Intento no darle vueltas a eso. No pensar en nada, no pensar en ti. Pero no tengo suerte, te apareces en todas partes, me invaden algunos recuerdos, me invade la impaciencia, me dejo llevar por la locura. Me sirvo un par de tragos presa del miedo, como un criminal intentando ahogar sus delitos. No puedo hacer nada. Me llena la impotencia. ¿Y si mejor me dejara llevar por el cansancio? Trato de dormir para no pensar tanto. Apareces en mis sueños como ya suponía. Pero verte allí es más llevadero, ojalá pudiera dormir así todo el día. Mi subconsciente siempre me recuerda que debo verte, pero es mejor quedarse entre esas fantasías confusas, y no volver a la realidad en la que la espera es eterna.