Todos nos hemos "enamorado " de alguien que no nos corresponde o ni siquiera llegó a saber de nuestro encanto por él o ella. Pero en éste caso él solo buscaba una cosa y no era amor, el amor estaba destinado para alguien más. Eso es lo que le pasó a Elizabeth Anderson; quién se enamoró tan solo con un cruce de miradas, cruce que compartió con un chico del cual creyó nunca sabría el nombre. Su enamoramiento le enseñó lo que es un corazón roto y que el amor no es como lo pintan, que duele amar y no ser correspondido, que te quieran para usar tu cuerpo pero no tu alma. Que duele amar en silencio, y no recibir el mismo precio con el que estás pagando. "No todos los cuentos de Hadas tienen un final feliz".