La Guerra se sigue desarrollando, mientras que él príncipe Zuko de la Nación del Fuego continua en su persecución del Avatar, pero esta misma se vera interrumpida por la extraña "bendición" del linaje del príncipe.
Sus días de agonía y dolor empiezan, y, entre él sueño y la vigía, algunos secretos de la familia real serán descubiertos por su heredero, entre ellos descubre que solo hay una forma de que su fuego interno no termine muriendo junto con él.
Por otro lado, él Avatar Aang empieza a pasar por su propio sufrimiento, el calor de las flamas empieza a quemar internamente su cuerpo, y los elementos parecen haberle dado la espalda, los espíritus tampoco le dan respuestas, solo miradas expectantes, como si esperaran que se diera cuenta de algo, antes de que la oscuridad y el fuego oscuro lo devoren por completo, y con su caída, caiga todo el mundo y la esperanza.
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Esta historia contendrá genero yaoi (ChicoxChico), y manejara temas como el mpreg, sino soportas estos géneros, bueno, no tengo ni idea de que haces aquí, pero te pido amablemente de que te retires a otra historia, o bien, te guardes algunos comentarios ofensivos.
Ni la serie del Avatar él ultimo maestro aire, ni sus personajes me pertenecen, tus sus derechos están reservados para sus respectivos autores, lo único que me pertenece es la trama y la historia.
Kiaroh, es una joven maestra agua de la Tribu Agua del Norte. Su destino da un gran giro cuando se encuentra al equipo Avatar. Junto a ellos, se embarcan en la misión de derrotar al temible Señor del Fuego y darle un fin a la guerra de los 100 años. Durante su aventura, se cruzarán con Zuko, el príncipe desterrado de la Nación del Fuego, que intentará atraparlos durante su viaje.
Aunque sus caminos son muy distintos, una tensión inesperada empieza a surgir entre Kiaroh y Zuko, que hace cuestionar lo que Kiaroh creía sobre su mundo y tendrá que decidir hasta dónde llegar para proteger a sus amigos, mientras descubre una verdad oculta sobre su corazón... y su enemigo.
- Haría lo que fuera para portegerte.
- ¡Claro que no, tú me destruiste!
Portada hecha por mi.