Quimeras: detrás de la puerta roja

Mi padre una vez me dijo que debemos encontrar el lado bueno a las cosas a pesar de todo.
- ¿Qué hay del dolor papá? -mire mi pequeña rodilla ensangrentada, me dolía, me dolía mucho- ¿El dolor también tiene algo bueno? - me sonrió mientras soplaba delicadamente mi rodilla.
-Por supuesto que si- tomó el frasco con liquido morado y mojo un papel con el- El dolor es la forma en la que tu cuerpo te dice que estás viva. El dolor te hace reaccionar y afrontar las situaciones- miré la toallita en su mano ahora morada por el líquido.
-Dolerá si me pones eso- hice un puchero.
- Dolerá por un momento, pero después no dolerá más- cerró el frasco.
-El dolor quiere decir que estoy viva- repito las palabras de papi asintiendo, dejando que me limpiará la herida con el trapo.

En ese momento creía que el dolor era algo bueno, porque al final estaba con vida después de todo. Que después del dolor las cosas mejoraban.
Que ingenua era.
Ahora en este lugar después de experimentar el verdadero dolor pienso diferente. El dolor se ha vuelto parte de mí. Solo quiero que el dolor pare, porque después del dolor las cosas no mejoran, solo hay más dolor.
Estoy tan acostumbrada a el que ya ni siquiera sé si describirlo como dolor, ya no sé lo que el dolor significa y tengo miedo de eso, temo que el dolor ya no signifique que estoy viva. Porque ahora después de todo, no me siento viva. El dolor me está matando en vida.