Siento que mi piel se eriza ante el toque de las yemas de sus dedos al recorrer mi piel, trazando líneas sin ningún rumbo y a la vez siguiendo la corriente de agua que se desliza por mi cuerpo, haciéndome sentir relajada y despreocupada sin contar el agua helada que nos empapa lentamente mientras observo sus ojos grises, perdiendome en las profundidades amenas que siempre me han cautivado y arrebatado unos cuantos latidos del corazón. En este momento solo somos él y yo, piel con piel, bajo la ducha y mirándonos fijamente, siempre he sabido que él a visto a través de mí lo que mis labios no se atreven a pronunciar, y no me molesta, en lo absoluto. Siento como la nostalgia invade lentamente el ambiente, mis pensamientos se dirigen a un rumbo sin fin que no puede evitar lo inevitable y el vacío en mi estómago hace su aparición, arrebatándome el aliento en el proceso. ¿Cuendo terminaré de aceptar qué no estamos hechos para estar juntos? Sin duda alguna cariño, eres mi perdición.