Trilogía Cartas: Cartas a Ina

Le dijeron que buscara una razón para sonreír, en sus hermanos, en sus tías, lo intento, y por un momento funcionaba, pero siempre volvía al mismo lugar oscuro en el que su mente lo torturaba.

Creyó que nunca podría estar bien, que el dolor de los recuerdos lo consumiría. Eran emociones demasiado fuertes y oscuras para un niño, pero ahí estaban.

Cuando él decidió rendirse, cuando ya no pudo más y solo quiso hacer lo que nadie creería que un pequeño podría siquiera pensar, algo paso, mejor dicho, alguien le paso.

Ella

Vio a esa dulce e inocente niña.

Su voz era suave, lo cual contrastaba con la rapidez con la que hablaba. Con la piel de porcelana y los ojos de un color tan hermoso como llamativo.

Creyó que era el ser más hermoso del mundo, que era una especia de ángel que su madre le había mandado para salvarlo.

En ese instante, todo su dolor se esfumo, los recuerdos por un segundo dejaron de gritarle.
Todavía recuerda como hasta su nombre parecía de un ángel, "Alaska".

Fue donde todo comenzó.

Un juego dentro de la inocencia de un niño. Un enamoramiento de la infancia, nadie creería que pudiera ser algo más