Ella era una chica ordinaria, con problemas como cualquiera y a pesar de tener diecisiete años, la inmadurez le brotaba por los poros. - ¿Qué horas de llegar son estas Miranda? Una mujer decente no debería andar a estas horas en la calle y menos con un muchacho. ¿Cuántas veces tengo que recordarte que debes mantener una reputación? ¿O es que no te importa? - dijo mi madre con su típico tono de reclamo. -Pero mamá ¡apenas son las 8! No entiendo el motivo de tu comentario- traté de responderle con calma, no quería despertar su enojo aunque de igual modo mi intento fue en vano. - ¡Deberías dejarme en paz!-. Solté un grito ahogado mientras mi mamá me estremecía del brazo. ¿Se atreven a seguir leyendo? Esta es la historia de Miranda, una chica que sufre cada día pero aún así está decidida a ser feliz. Espero que alguien me lea <3
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