Han pasado 2 años desde la muerte de el mejor y único amigo de John Watson, Sherlock Holmes. 2 años en los que la vieja ciudad de Londres no había vuelto a ser la misma que cuando alguien cómo Sherlock recorría todos y cada uno de sus escondrijos. Tampoco John había vuelto a ser el mismo de antes. Por mucho tiempo que hubiera pasado él no podía superar su muerte. Solo deseaba una cosa. Solo pedía un milagro. Que Sherlock estuviera vivo