Por primera vez observó sus ojos, sus despampanantes ojos que brillaban tal cual como un diamante. Alaska recordó aquellos páramos en donde el agua es pura y limpia. Así encontró su mirada, sin ningún tipo de malicia en ellos pero de alguna manera, en su interior, alguna voz le decía que no eran común y corrientes. Algo le dijo a Alaska que los ojos de Noah no eran normales.