-Te dejé ir una vez, y fue un error. No pienso repetirlo, porque de los errores se aprende. - me susurró en el oído.
-Pero eso es lo que tienes que hacer. Si quieres a alguien, déjalo ir. - le dije.
-No pienso hacerlo, porque no te quiero. - me respondió él.
-¿No me quieres y has estado con migo? - pregunté con ojos acuosos.
-No, no te quiero, te amo demasiado. - susurró en mis labios.
-No hagas esto más dificil. - le dije.
-Pues no te resistas. - dijó y me besó. Me besó como nunca antes lo hizo.
Después de eso, descubrí que le amaba. Lo amaba más de lo que amé a nadie, porque el era mi fuerza y mi debilidad, mi luz y mi sombra, mi felicidad y mi tristeza. El era mi principio, y mi fin.