-Ya no te amo.- Dije titubeante, mi frágil voz apenas y se escuchaba, y luchaba contra mí misma porque no me quebrara delante de él. -¿No?, mírame a los ojos, y dilo- Su voz era ronca, más sin embargo, no estaba molesto. Sabía que era mentira. Levanté la vista del suelo y lo miré, su ceño estaba fruncido, y su mirada reflejaba preocupación. Supongo que no se esperaba eso. Sin embargo, no dije nada. Mi silencio lo decía todo y el pareció captar el mensaje, sonrió y se marchó.