Habia una vez en un pueblo llamado San Isidro, había un niño que le gustaba mucho correr. Como el corría de su casa al colegio todos los días un profesor descubrió su talento y lo ayudo a ingresar a una escuela de atletismo para que pudiera cumplir sus sueños de correr profesionalmente. Su talento fue creciendo conforme su pasión por este deporte, ya que no solo entrenaba en la escuela de atletismo si no también en su vida cotidiana haciendo sus desplazamientos corriendo. Como era el mejor de este deporte en la escuela el profesor decidió llevarlo a su primera competencia pero por su falta de experiencia no logro el triunfo. Al ir creciendo aumento su experiencia y desempeño, empezó a participar en más campeonatos ganando constantemente, lo que lo llevó a competir en los juegos nacionales siendo un excelente participante y logrando un puesto en los juegos olímpicos de Brasil. No fue fácil llegar al triunfo ya que los desplazamientos eran mucho más largos, sin embargo logró su primera medalla de oro en estos juegos. Luego participó en el mundial de atletismo teniendo un desempeño inmejorable ganando muchas medallas y logrando el reconocimiento de su familia, su pueblo y su país. Demostró que con esfuerzo, perseverancia y dedicación se logra el triunfo.