Ayer pensaba que hay cicatrices que uno puede llegar a querer. Quizá, porque nos resulta familiar esa sensaciòn de estar en una caida continua. Pero tú, sigues sien- do una punzada latente en mi falta de cordura. No eres mi cicatriz, ni tampoco esta heri- da que no seca: eres mi enfermedad, y la falta de un todo en mi vida. Eres todas las navidades que no nieva, y esa colecci- ón de excusas que me digo cuando me susurro al oído: "Esta herida no lleva tu nombre"All Rights Reserved