Una vez, cuando ambos descansaban en la tienda de campaña de Steve, Bucky susurro a su compañero todo lo que le gustaba del Capitán América. Se supone que Bucky es un niño normal y por ende, su admiración debería ir dirigida al impresionante gancho derecho del héroe o a su asombrosa motocicleta. Quizás le hablo con mucha franqueza o intensidad, o ambas, a su amigo Rogers de los bonitos ojos del Capitán, o de la mandíbula cincelada, de los hipnóticos discursos que lanzaba por la radio y su estúpida y sensual valentía. Steve se ponía rojísimo cuando Bucky hablaba de eso, pero nunca decía nada. Entonces Bucky empezó a sospechar.
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