-¿Por qué tienes miedo a enamorarte? -Le pregunté, agarrando su mano. -Siempre estás diciendo que soy un ángel, ¿no? -dijo, con la voz temblorosa. Asentí y ella bajó la mirada al suelo, cogió aire y noté como apretaba su mano cálida contra la mía. Observé atento como intentaba reprimir las lágrimas. Parecía que tenía miedo; hasta que levantó su cabeza y sus ojos color verde miraron directos a los míos. -Los ángeles no podemos enamorarnos de personas como tú.