La soledad es dolorosa y Javi lo sabe mejor que nadie. Sin familia, sin un lugar que se sienta como un hogar y constantemente extrañando algo que parece perdido en la bruma de su memoria, su vida es un camino gris que se extiende frente a él en un paisaje desolador. Sin embargo, todo parece dar un giro para mejor una fría mañana a finales de otoño cuando sus ojos se posan en esa persona. «Negro, blanco y rojo» Las únicas cosas que nunca cambian.All Rights Reserved