Un crucero de dos semanas.
A Sandra no le parecía buena idea, pero se dejó convencer por su mejor amiga, un torbellino de actividad que brillaba con luz propia y que siempre le hacía sombra.
Todo iba según ella había supuesto: su único entretenimiento eran los paseos por cubierta, sus baños en la piscina, y el wifi que había por todo el barco.
Estela iba tras ella, quería que lo pasase tan bien como ella, pero a Sandra le costaba llegar hasta su mejor amiga, cuando ella no se separaba del circulo de admiradores (y admiradoras) del que siempre andaba rodeada.
Y entonces, apareció él. ¿Amenizaría su estancia en el barco con su increíble mirada?