Tu cuerpo me hace sentir en el infierno, tan malditamente caliente, una droga de la que necesito más. El sudor que baña nuestros cuerpos y esa deliciosa miel que emana de ti cuando llegas al climax, todo eso me hace sentir como el más grande pecador. Pero tu cuerpo también me hace sentir en el cielo. Tu angelical voz que repite mi nombre como si de un cántico se tratara, tus ojos totalmente cerrados por la excitación y tus labios rojos e hinchados por usarlos toda la noche humillan a la más majestuosa obra de arte. Dejame poseer tu cuerpo. Es imposible que te resistas a mi. Poco a poco te voy llenando de mi.