Te sientes en la cima alta de la felicidad, esa donde estas segura que todo ira bien, pero en un pestañeo, un simple chasquido de dedos y una ráfaga de viento, lo hace cambiar.
Samantha anhelaba llegar al altar y observar a toda su familia y amigos ser feliz por ella, pero todo cambia cuando al llegar, su prometido no esta y la única opción que tiene es echarse a correr y olvidarse de la pena.
La brisa de la playa alborota su cabello y el mar la atrae como imán. Un baño no le hará daño y la hará olvidar. Alguien la esta viendo desde la distancia, pero ella eso ni siquiera ha de percatar.
El destino o quizás la manera de querer olvidarse de todo la lleva hasta el bar de su mejor amigo, allí un hombre de mirada verdosa la esta viendo desde la distancia, un brindis y un par de palabras, el ascensor, las puertas de la habitación y una enorme cama es lo que necesitaba para olvidarse de las penas aunque eso no estuviera en sus planes.
-Simplemente desperté, tome mis cosas y salí de esa habitación -unos ojos color café me observan y su dedo indice me da un leve golpe en la frente.
- ¿Y si esa persona era el amor de tu vida? -bufo y niego levantándome del sillón.
-No le llamemos amor, a lo que solo fue una noche de locura.