Epílogo
Un buen día para Carlos, el dueño y señor de la hacienda, Los Robles. Carlos, era un hombre ambicioso, que obtenía todo lo que quería y lo conseguía de cualquier forma y a cualquier cos-to.
Todo lo que tenía lo había obtenido enamorando a mujeres mayores, que tuvieran mucho dinero, las engañaba diciendo que las amaba y luego las dejaba quedándose con toda su fortuna.
Carlos Robles, un hombre maduro, buen mozo, alto, de apa-riencia juvenil para su edad. Casado, más no enamorado de Mar-garet Castillo, una buena mujer, que, en los quince años de casa-dos, le había dado dos hijas.
Pero él, deseaba más. El amor de una morena, hermosa y joven, recién llegada a sus tierras. Una mujer muy diferente a to-das aquellas que había tenido.
El jefe no hacia otra cosa que observar a Mary, le gustaba verla caminar, con solo ver a Mary el pulso se le aceleraba - Esta cosa rica- tal como él la llamaba.
Mary, piel joven sin uso alguno; lo estaba enloqueciendo.
La Casa de las Rosas, será tu hermosa prisión, hasta que tu corazón decida amarme con Pasión.
Ella odia la atención
Él adora la fama que tiene como jugador
Ella ama leer
Él ama el fútbol
¿Conseguirán ser más que amigos aunque ella sea vasca y él catalán? ¿Aunque ella odie el fútbol y él leer? ¿Aunque él la vea como la fan del Athletic y ella como el defensa del Barça?