Corrimos en línea recta mientras nos perseguían con las balas.
- Sigue corriendo, no te detengas.
- No lo hago - cruzamos todo el campo hasta llegar a la otra sección de la hacienda, le metí el cartucho a mi arma.
- ¡Cuidado! - este hombre salvaje disparó, pero en el transcurso, me empujó dentro de una de las salas, sin embargo, no perdí la noción, miré a la puerta apuntando.
- Salvaje... - tropezó hacia atrás, lo tomé de la playera para que no se golpeara y le sostuve la cabeza, estaba herido - ¡No, no! Mírame, mírame.
- Te miro - presioné la herida con fuerza.
- No dejes de hacerlo, soy hermosa, puedes mirarme, no te mueras, te lo prohíbo.
- No cambias... pero me debes una - estaba perdiendo la conciencia.
- ¡No! - le golpeé el rostro - ¡No! ¡No me vas a dejar!
- Nunca lo hice... - susurró.
- ¡No! ¡No! - grité.
Todo empezó por un beso a la persona equivocada...
Si Kevin Sforza hubiera conocido las repercusiones que tendría un impulso seguido durante una fiesta, jamás lo habría hecho. ¿O sí?
Después de años de aquella noche, él no está dispuesto a rendirse para conquistar a la mujer de sus sueños. Él sabe que ella es la única. Pero, ¿cómo podrá convencerla?
Y... ¿si al final resulta que NO era ella?
[Nota: Si bien esta historia es parte de una serie, puede leerse independiente. El orden señalado es únicamente cronológico]