Nadie sabe de dónde vinieron o cómo y por qué, pero el universo, tan infinito y desconocido, fue creado y es aún sostenido gracias a dos fuerzas sobrenaturales. Dos fuerzas completamente diferentes la una de la otra.
Podría parecer que existe un equilibrio entre ellas, pero no es así; ambas luchan para liderar a la otra e imponer sus reglas. La sensación de equilibrio, la calma que gozan los habitantes de la Tierra, proviene de que ninguna de las dos fuerzas se ha dejado vencer.
Las fuerzas del universo han estado en continua guerra desde hace millones de años detrás del telón. Hasta hoy. Uno de ellos debe ganar.
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Antes pensaba que tenía problemas, tratando de equilibrar mi vida entre humanos y mi vida entre los otros, tratando de soportar los dramas de cada mundo sin volverme loca o empezar a los escopetazos a diestra y siniestra, pero como la vida a veces es una zorra desalmada, no se le ocurrió otra cosa mejor que abrir las puertas del inframundo. Genial. Bravo. Ahora tenemos demonios rondando las calles, atacando, destruyendo y matando todo cuanto ven. ¿Y qué hacemos al respecto? Nada. Huir. Mis papás creen que es mejor no involucrarse, que hay que dejarle el trabajo a otros. ¡A otros! No sé cuánto tiempo voy a aguantar así. Porque es obvio que no voy a aguantar, necesito volver a la ciudad y ayudar a mis amigos. Estoy segura que ellos sí están haciendo algo al respecto.
Lucía.
La ignorancia a veces es una bendición, ahora lo entiendo. Es que esta vida en la que me veo envuelta no es a lo que estoy acostumbrada, no me gustan los futuros inciertos ni meterme en problemas con seres sobrenaturales, prefiero la seguridad de mi hogar y la compañía de mis amigos. Mi mundo, el mundo de los humanos, en él sé a qué me enfrento y cuáles son sus reglas, pero ahora estamos invadidos por monstruos gigantes que no tengo ni idea de dónde salieron. Las batallas épicas no son lo mío, me quiero ir, huir, pero ¿quedará algún rincón se