-No pediré que me perdones, porque lo que te hice es imperdonable...me cegaron el odio y la venganza...dulce Aurora...te adueñaste de mi corazón y ahora no te tendré nunca...te juro que nadie podrá lastimarte; en cuanto yo tenga vida y cada día que pase, tu sonrisa me hará falta- y por su mejilla cae una lágrima, se inclina para besar su suave mejilla y se endereza hasta darle la espalda.-Hada madrina- escucha esa dulce voz. Sorprendida, se da la vuelta y otra lágrima cae. -Hola, bestia-