Antes de nada, quiero aclarar una cosa. Sí, soy una mujer. No sé quien fue el majadero que estableció que el Diablo era un hombre. A pesar de que la inigualable e inagotable ignorancia humana es desternillante, llegáis a rebasar mis más alocadas expectativas de vez en cuando. Gracias a mi ardua investigación sobre mi misma en Internet, he llegado a la desoladora conclusión de que los pobres humanos no tienen ni la más mínima idea acertada sobre mi. Sin embargo, no hay porque preocuparse. Pues mi obra caritativa de esta eternidad será ilustraros sobre mi imprescindible función y demostraros que no sois tan inteligentes como predicáis a los cuatro vientos.