Una noche, tres reglas, un juego. 1) No nombres ni información personal. 2) No relaciones personales. 3) No besos en la boca. Esas tres simples reglas eran las que Ginebra debía seguir si quería seguir con sus encuentros nocturnos. Todo marchaba bien hasta que una inesperada noticia la obliga a tener que tomar una decisión urgente. Se debatía entre seguir con su relación prohibida con un hombre del cual solo conocía el nombre y lastimar a su amiga; o abrirse al amor y darle una oportunidad a un hombre que había demostrado amarla demasiado.
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