Alguna vez amé a alguien, y en el dolor de su pérdida desaparecí yo también. Algunas veces, también le escribo, otras ya no es para el que fue. Resurjo en cada estrofa, con la misma intensidad del día en el que me rompió. Y de esta pasión arruinada, nace una obra impredecible, donde a veces amo como la primera vez, o lloro imparable, o río donde ya nadie me pueda escuchar.