De nuevo estaba allí, en el mismo lugar, tan solo cinco días después. Aún no sabía cómo había sobrevivido, pero lo había hecho.
Emma se había demostrado a sí misma que podía sobrevivir a él, y que nadie volvería a romper su maltrecho corazón.
Se limpio las lágrimas y salió de ese parque sin mirar atrás, dejando atrás todos los recuerdos de lo que podría haber sido y nunca será. Aguantando el dolor que su mentira le había provocado, porque siendo sinceros, todo esto era su culpa, por enamorarse de él, un imposible que nunca podría ser y nunca será.