La busqué en los aeropuertos y en las estaciones de tren. Y, por fin, estaba ahí, a centímetros de mí.
La miré a los ojos, como nunca antes lo había hecho y pedí:
- A ver cómo te explico yo... que quiero vuelvas.
Donde el corredor argentino, conocido por su facilidad para chamuyar, cae ante una chica Ferrari
Donde Julieta, sin querer, cae ante el argentino chamuyero