Ahogarse no es nada bonito, Kayla lo sabe muy bien.
No es bonito ahogarse físicamente, ni psicológicamente.
Ahogarse en algo es horrible, a veces nos sentimos ahogados cuando debemos tomar decisiones. Pero no nos ahogamos con las decisiones, nos ahogamos con el miedo.
Kayla siente que se está ahogando mientras cae, cae tan profundo que no puede ver hacia donde va, ni tampoco puede afianzarse en nada.
Su vida se está tambaleando en todos los sentidos posibles. Y el aire no entra en sus pulmones.
Sería más fácil para ella ahogarse literalmente, es tan fácil como tomar una bocanada de aire o llegara un momento donde ya no sentiras nada.
Sus alarmas se disparan cuando en los brazos de West encuentra el aire que necesita, cuando solo son ellos y todo a su alrededor desaparece, sin embargo ahora se ahoga de una manera diferente, se ahoga en emociones, en todo lo que West le produce. Ella a su lado cae, pero esta vez, caer por West se siente bien. Se siente tan bien y emocionante, pero esto también asusta.
Asusta que sea tan necesario, que con solo una sonrisa ella quiera lanzarse a sus brazos y caer sin siquiera pararse a pensarlo. Entonces ella debe decidir.
¿Ahogarse en miedo o Ahogarse en West?
Cuando Jana, una talentosa y apasionada arqueóloga, es elegida para un proyecto de exploración por el gobierno, no imagina que esta misión cambiará su vida para siempre cuando conoce al comandante Maximilian Hoffmann; el prometido de la mejor amiga de Jana, por más que intenten evitarlo la atracción se vuelve cada vez más insoportable entre ellos, mientras se embarcan en una peligrosa expedición que los hará vivir una aventura llena de mentiras, secretos y erotismo. ¿Logrará Jana evitar mezclar sus sentimientos y su deseo?