Una vez un hombre decidió que quería amarme... Con mis lunares y mis chinos, con mis pezones diferentes y mi selva púbica, con mis pies raros y la cicatriz de mi barbilla, con mi trompa de pez y mis caderas de hipopótamo. Una vez un hombre decidió que quería amarme, y desde que sucedió eso no he dejado de hacerlo.