Según algunos críticos literarios ilustrados y bien versados, este relato en forma de monólogo destila, tras su discurso llano y directo, un humor negro terrorífico y con mucha mala leche. Alguno dijo que el relato da una vuelta de tuerca al género zombi, quizá una vuelta pequeña, pero de resultados tronchantes a la vez que terroríficos, sobre todo conforme se va acercando el final. También hubo quién afirmó que se trataba de un relato inusual, transgresor y socarrón. Una historia con tintes tabernarios que se convierte en una de declaración de estatutos enfermizos, aunque coherentes, de los redivivos. Una historia escrita en un tono grotesco que no consigue privar al lector de esa intensa sensación de repugnancia que acompaña durante su lectura. ¿Te atreves a leerla?