-¿Qué esperas de mi?- Grite, cansada. El miedo me recorría por los huesos, no me dejaba respirar, toque mis mejillas húmedas y el nudo en mi garganta se hizo mucho más fuerte: Estoy llorando mares.
No quiero romperme de nuevo, no. Me niego. No quiero dejar que me rompan de nuevo. Pero aquí estoy, hecha pedazos con espasmos en todo mi ser. Justo como ese día.
-¡Nada! Solo deseo que me dejes ayudarte. No te haré daño. No te juzgare. Solo quiero ayudarte, no dejarte sola en esto. - Dijo el, con los ojos acuosos y rojos, esta resistiéndose a llorar. No quiero esa mirada de lastima de el.
-Estas juzgándome ahora. Deja de mirarme con esa mirada de lastima. Como si vieras a un moribundo.
El pareció estar ahogándose por dentro en un mar de pensamientos, distante, pero sin dejarme, fugaz, pero sin alejarse de mis ojos. Incondicional.
El cerro los ojos, sollozando para calmarse. Derribando el muro que yo conocí, dejando escapar una enorme lagrima con el- Confió en ti Bella. No te voy a dejar a ti también. Estaré contigo siempre, no me voy a morir como el. ¿Puedes confiar en mí?
Cerré los ojos, recordando las mismas palabras que el me dijo en su momento. Saboreando el sensación de volverlo a tener vivo, conmigo, a mi lado, cuidándome y apoyándome como el me lo prometió. Respire lentamente y escuche a Ian decir - El sigue aquí, Bella, no se ira jamás si lo extrañas así. Yo tampoco.
Fruncí el ceño sintiendo el nudo desvanecerse, abrí los ojos y observe a Ian brillar. Aún con sus ojos rojos, seguían brillando y hablando conmigo en silencio como habitual. Me sonreía, una sonrisa que me llego a lo más profundo de mi alma, eran esas sonrisas las más reales.
Me acerque a su regazo, esperando a que me de permiso de entrar, acurrucarme y desaparecer en esos enormes brazos, no se negó, me apretó con fuerza, como si quisiera fusionarme en el.
Lo mire a los ojos rogando con ellos -Ven y dime que todo esta bien.
-¿Acaso fue amor a primera vista? - bufa - Claro... a ustedes las chicas les gustan esas cursilerías del amor eterno y almas gemelas.
-Pues a mi, no. - lo encaró - Eso es ridículo, patético y sexista. En este siglo ya nadie muere por amor, ignorante.
- ¡Vaya! ¿A caso eres una de esas locas feministas? - se burla, repasándome de pies a cabeza.
-¿Una qué? -"Este idiota" - Mira no se tonterías estas pensándo pero te anunció que yo tengo novio y... - la furia brillan sobre sus profundos ojos negros.
-¿Y que harías? si te enseño que eso que piensas que es un cuento de hadas, es solo eso... un cuento. - cada fibra de mi piel, sabe que sus palabras tienen más verdad, que sarcasmo.
-Entonces eso sería una pesadilla. Una que odio y aborrezco - se aproxima hacia mi, lento y peligroso. Me hace retroceder tres pasos.
-¿Qué odias? No lo creo. - sonríe de lado, haciendo ver estúpidamente sexy - ¿Como sabes que no odias algo que no has probado?
-No ocupo probarlo para saber que lo odio.
-Tú sabes que cuando dices odiarlo: es porque me deseas hasta el punto en que la lujuria desquicia tu alma. - declara arrogante desde su gran altura.
-Yo...yo no... - tartamudeo, nerviosa.
-Dime, pequeño colibrí, ¿Pondrías en juego tu fe y tus creencias? - me susurra al oído, arrinconándome a la pared, gira su rostro quedando a centímetros de mis labios - ¿Estarías dispuesta a conocer el pecado?.