Se odiaban a morir pero en el momento en que tuvieron que compartir el mismo departamento las cosas comenzaron a cambiar. Diego y Roberta no estaban listos para lidiar con lo sentían y se negaban a aceptar que estaban profundamente enamorados el uno del otro, por lo que la manera más fácil era a través del escudo del odio, escudo que poco a poco fue desvaneciéndose.