Para Daniela mudarse a Madrid para estudiar significaba librarse de las normas de casa. Más tarde, y gracias a Ángela, su compañera de piso, también significaría descontrolarse. Una noche, después de un poco de alcohol y el famoso juego de prueba o verdad, ambas acaban en la cama con Mike, un chico al que acaban de conocer. Las miradas o los roces entre ellas se vuelven diferentes tras aquello, a la vez que se crea una tensión que provoca que discutan continuamente. Daniela intenta comprender sus sentimientos y definir su orientación sexual, pero todo esto le crea una gran frustración y acaba refugiándose en Luis, un chico muy divertido que sabe cómo hacerla sentir mejor.