Aquella noche cuando te vi por primera vez, me sentí vulnerable ante tu mirada, sentí por primera vez que la inseguridad se apoderaba de mí, haciéndome sentir como una vil e indefensa mujer propensa a enamorarse de nuevo del color café de sus ojos; café que atrapa, que quita el sueño, café que mata pero agrada. Bendito café que hasta hoy me ha vuelto adicta. Escuche su voz con ese acento urumitero: "cómo te fue", tonalidad que produjo en mi ser lo que jamás un hombre ni con sus más despampanantes detalles había logrado. Creo que por primera vez estaba frente al hombre con el que alguna vez soñé, dándole paso de nuevo a la ilusión, los sueños, los orgasmos literarios que no había vuelto a sentir y que hoy él me hace escribir. -C.Zubiría