Ódiame hasta morir de amor

Cuando Casandra conoció a William, en aquella tarde calurosa de abril, no se imaginó que años después ese joven fuerte, alto y trigueño sería la causa de todos sus problemas, el cretino que la sacaría de su estabilidad emocional, el misil que impactaría directamente en su corazón arruinando su zona de confort, el castillo de soledad moral que le había costado tanto construir. Nunca pudo imaginar que este joven, amigo de su sobrino, derribaría todas sus murallas dejándola indefensa frente a los dragones de la vida.