La Terraza.

El amor es lo más incierto que puede existir, no tiene razones ni lógicas, simplemente sucede.

Te atrapa en una melodía diferente a la que solías escuchar, golpeándote con sus notas, algunas mayores, otras menores, hasta que sin darte cuenta terminas dependiendo de sus cuerdas, entonces es ahí cuando no te queda más que dejarte afinar a su gusto.

Sin darte cuenta, pasaste a ser un instrumento más del amor.

Aquella terraza donde nuestros cuerpos se encontraban,
se convirtió en un paraíso.

El atardecer tan cálido que aparecía cada día,
nunca olvidó las veces que nos juramos amor.

Aquella manta de estrellas que cubría nuestras pieles sobre aquel viejo colchón,
brillo por siempre,
alumbrando nuestros caminos.

Y tu guitarra, tan apasionada como tú,
celosa de la atención que me dabas,
no le quedó de otra que aprender a quererme,
entonces cantó en mi oído lo que tus dedos querían decirle a mi cuerpo.

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