Después de una terrible tragedia familiar, Ben y yo nos vimos obligados a hospedarnos en una misteriosa abadía de la que nadie había oído hablar. Los monjes de mirada extraña que habitaban en ese horrible sitio eran los encargados de cuidarnos y de mantenernos con vida. Al principio de nuestra estancia no lo teníamos tan claro, pero después de unos días estuvimos seguros de que no conseguiriamos salir vivos de ella jamás.Todos los derechos reservados
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