Una carta de amor, simple. Una carta sincera, anónima. Los más tímidos lo entenderán perfectamente. Un pasillo, un metro, una clase, un ascensor... La has visto y has escuchado su voz, y te has sentado frente a tu ordenador con una sonrisa en los labios. Está justo detrás de ti, es él, riéndose en voz alta con su grupo de amigos y, cuando te giras, te mira. Está junto a ti, en la barra, a solo dos centímetros, una distancia insalvable. Y tu café se queda frío mientras escuchas como toma aliento.
Os habéis cruzado, y parece que el día tiene un tono más brillante, más puro.