Alfred había triunfado haciendo lo que más le gustaba, música. Amaia, sin embargo, vivía una vida un poco más normal. Trabajaba en una tienda de música, porque para ella, la música siempre había sido su compañera. Ambos compartían la misma pasión.
Siempre había seguido los pasos de Alfred, lo admiraba musicalmente y como persona. Él siempre le había ayudado sin ser consciente a superar todos sus miedos. Bendita lluvia que cruzó sus caminos, para quizás poder ayudarse mutuamente, aunque ahora siendo un poco más conscientes de ello.