Soy un viajero poco sobrio. Cuando él me abandonó deje de estar sobrio por completo, mi amante, el whisky, me hizo escribir cada lágrima que cayó sobre mi mejilla. Cada día encuentro una más de esas lagrimas escritas por toda la habitación, cada una me hace recordar que alguna vez fui un loco enamorado. Gracias a las resacas y a la tinta del bolígrafo corrida por mis lagrimas, supe que fue real, recordé lo que el whisky olvidó.
Está historia irá teniendo más cartas, mientras las vaya encontrando entre mi habitación.
Lloré tantas veces que mis lagrimas se convirtieron en las palabras que nunca me atreví a pronunciar, cobraron vida.
Me consolaron en las horas silenciosas donde el mundo dormía, me acompañaron cuando más sola me sentía.
Estos son mis llantos de medianoche, son cada una de las lagrimas que me acariciaron y luego convirtieron en poesías y palabras nunca dichas.