DISFRUTO

Ella supo desde que lo vío, que algo oscuro lo acompañaba, esas sonrisas amables, el tono de voz mesurado cuando se dirigía a ella, su risa ronca, no le presagiaban nada bueno a Les, y todo empeoró cuando empezaron a practicar la coreografía juntos, sus manos hicieron contacto y supo que estaba perdida.
El al verla, había sentido demasiada ansiedad, su risa cantarina y estruendosa le ponía los pelos de punta, se movía con demasiada confianza entre ellos, y cuando hablaba en español y le empezaba a doler la cabeza, y las caderas, que Dios se apiadarà de él, esas caderas le iban a producir un infarto donde ella siguiera moviéndose de esa manera delante de sus narices.
Nunca se había sentido especialmente atraído por las latinas, pero ésta en especial le producía cierta necesidad de tenerla abrazada, y cuidarla como si fuera una niña pequeña.
Ambos sentían demasiada curiosidad por el otro, y querían conocerce más, incluso después de la nochecita que tuvieron en Perú.
-Muévete anciano, nos esperan para cenar- le picó ella mientras se terminaba de vestir delante de él.
-No me digas así, sabes que no me gusta cuando repites nuestra diferencia de edad...- gruñó, poniéndose de pie y dándole una nalgada mientras paseaba por su lado.
Ambos gimieron, ella sonrió y se acercó mientras se empinaba y le daba un pequeño beso.
-No es mucho tampoco «oppa»-y salió corriendo antes de que el la alcanzará, ayer le había advertido las concecuencias de ese «oppa».
-¡Vuelve aquí pequeña diabla!
Si, once años de diferencia no eran barrera para disfrutar, ceder ante el placer, ni eso, ni mucho menos que el fuera coreano, o ella dominicana, o el hecho de que en pocos días se tendrían que separar , para nunca más volver a tener contacto, aún sabiendo eso, nada les iba a impedir disfrutar.
NADA