Beth era aparentemente una niña normal, mas solo bastaba con mirarla a los ojos para darse cuenta de que no era así. Su nacimiento fue una gran tragedia, sus padres no lo veían así, para ellos era la niña perfecta, la niña que habían estado esperando. El día que se la llevaron del orfanato con tan solo ocho días de nacida, jamás hubieran imaginado que llevaban con ellos la destrucción de su familia. Casi todos parecían ver que tras la apariencia de niña frágil había una gran furia, una que se esparcia cada día como cáncer dentro del cuerpo de Beth, y que cuando estuviera lista explotaria, mostrando al mundo lo que era; una gris.