Miranda vive su vida lo más plenamente posible a pesar de sus limitantes, intentando siempre dar siempre lo mejor de sí para sus dos tesoros, con los colores de la vida.
James vive su vida lo más tranquilo posible a pesar de tenerlo todo, intentando olvidar su pasado encerrado en su vida solitaria, aburrida y gris.
Dos mundos distantes en un mismo espacio. Ella es el día, él es la noche, y sus tesoros serán la tierra a la que ambos sobrecogen y protegen.
Ella es una simple mesera, él es solamente el dueño del lugar. No puede ser tan malo.